“Descartamos dar la tarjeta sanitaria [a los inmigrantes en situación
irregular]”. Así zanjó ayer Alfonso Alonso, ministro de Sanidad, la
discusión sobre la vuelta a la sanidad universal, algo que le exige tanto la oposición como organizaciones de defensa de los derechos de los inmigrantes y sociedades médicas, que ayer se manifestaron frente al ministerio
mientras dentro se celebraba la reunión con los responsables
autonómicos de Sanidad. El frente común que hicieron los consejeros
socialistas, en mayoría tras las últimas elecciones, obligó a Alonso a
tratar el tema de la exclusión sanitaria de los inmigrantes —que no
quiso incluir en el orden del día—, pero se mostró firme: no derogará el polémico real decreto 16/2012 de su predecesora, Ana Mato.
La ofensiva socialista sirvió al menos para que el ministro explique
qué planes tiene para dar cumplimiento a lo que anunció en marzo pasado:
dar atención sanitaria primaria a los inmigrantes.
Su propuesta consiste en entregarles un documento (no una tarjeta) para
el médico de familia, pero para ello deben llevar más de un año
empadronados. Solo tendrían derecho a asistencia en esa comunidad
autónoma y el médico decidiría si es necesario derivar a atención
especializada, es decir, al hospital. Pagarían un 40% de los
medicamentos.
Alonso explicó que acordó estas condiciones con las autonomías el 14
de julio, pero que la llegada de los nuevos consejeros no ha permitido
cerrar el pacto. Es decir, no hay fecha para que los extranjeros sin
residencia legal en España recuperen la atención sanitaria. Mientras
tanto, algunas comunidades siguen esquivando la aplicación del real
decreto —algunas del PP, como Galicia— y otras, que acaban de cambiar de
color político (Valencia, Baleares), están empezando a dar asistencia a su manera a su población extranjera.
Precisamente lo contrario de lo que quiere el ministerio, que con su
propuesta pretende homogeneizar la atención sanitaria en España.
En rueda de prensa tras un consejo interterritorial de ocho horas,
Alonso explicó ayer que no quiere dar tarjeta sanitaria a los
extranjeros en situación irregular para que no generen derechos si salen
de España a otros países europeos, pero subrayó que sí quiere darles
asistencia. "Hemos de defender las bondades del real decreto 16/2012",
aseguró el ministro: "Se consiguieron dos cosas importantes: se
garantizó la cobertura sanitaria a ciudadanos españoles que antes no la
tenían, como los profesionales liberales y los parados de larga
duración, y se cerró la puerta al turismo sanitario, que le costaba a
España 1.000 millones de euros al año".
"Nadie quiere volver atrás, a una situación de descontrol", dijo
Alonso. El único "problema" de esa norma --así lo denominó-- es que al
tratar de impedir el turismo sanitario, residentes en España de forma
irregular se quedaron sin asistencia sanitaria normalizada. "La nueva
regulación no puede abrir otra vez la puerta al turismo sanitario por el
que se desangraba el sistema", añadió.
El interterritorial acordó también ayer adelantar la vacuna de la varicela.
A partir de 2016, se pondrá gratuitamente a todos los niños de 12-15
meses. Las comunidades financiarán los 6,5 millones que costará el
primer año.