Moise Syler ya es mayor de edad, pero cuando llegó a España en patera, como la mayoría de los casi 13.000 menores migrantes que hay en nuestro país, tenía 17 años y era huérfano. Hoy ha querido contar su historia en público para dar las gracias a las asociaciones que lo han ayudado en su camino, porque él ha tenido suerte: le han admitido en un programa formativo de corte y confección en Sevilla.
Pero como les sucede a casi todos los migrantes adolescentes cuando cumplen 18 años y dejan de estar tutelados, Moise no tiene aún permiso de residencia y menos aún, de trabajo.
Por eso, desde las asociaciones que trabajan con menores extranjeros no acompañados piden que su protección continúe después de cumplir la mayoría de edad: que les den un permiso de residencia y de trabajo y alojamiento hasta que puedan mantenerse por sí mismos.
Moise quiere exactamente eso y pide comprensión para los menores que, como él, llegan solos a España y que tras una infancia inexistente o plagada de desgracias, sólo quieren la oportunidad de tener un futuro normal.